Volviendo a la estructura normal del podcast, hoy vamos a tratar un tema muy bonito y emotivo, ya que hablamos de cómo abrirse al amor a través de la respiración.
Descubrirás cómo el amor se manifiesta en tu cuerpo y en tu energía, y la relación tan directa que guarda con tu respiración, para poder desde ella abrirte a dar y recibir amor.
Y como siempre al final realizamos juntos una práctica que complementa perfectamente este tema, una meditación para el centro del corazón.
Contenido:
- Cuerpo, mente, respiración y corazón: minuto 5:27
- Conciencia corporal: annamaya kosha
- Conciencia de la respiración: pranamaya kosha
- Conciencia de uno mismo: manomaya kosha
- Refinar la personalidad: vijnanamaya kosha
- Abrirse al amor: anandamaya kosha
- Meditación para el centro del corazón: minuto 15:57

Transcripción
Hoy vamos a tratar un tema muy bonito y emotivo, vamos a hablar del centro del corazón y del amor, pero antes de nada quiero que entiendas que no se trata de una visión puramente romántica, como seguramente te venga a la cabeza en relación a una pareja, sino de algo mucho más profundo en tu interior.
Mucha gente cuando se acerca a la práctica del Yoga o de la meditación lo hace desde una situación de crisis, de hecho este es uno de los motivos más importantes que nos hacen dar el paso. Puede ser por una experiencia traumática, porque estén pasando por una depresión, una enfermedad física, o cualquier otro motivo que los mantenga en lucha, o haga sentir que se ha tocado fondo.
Debemos ser sensibles a todas estas situaciones, y crear espacio con la práctica para la sanación y la recuperación. Y esto pasa por abrirnos al amor.
Pero no creas que necesitas estar pasando por una situación difícil para prestar atención a este tema. Ya hemos visto a lo largo de muchos episodios cómo nuestros hábitos y creencias condicionan nuestra respiración, hasta el punto de bloquearla y generar graves problemas de salud, física y mental.
En el fondo todos anhelamos más amor en nuestras vidas. Lo que ocurre es que normalmente esperamos a que nos llegue de fuera, y sea alguien más quien se preocupe de nosotros y nuestro bienestar.
Pero desde el Yoga se sabe que esto no nos va a satisfacer plenamente, ni va a resolver nuestros problemas. Por eso quiero invitarte hoy a ver tu práctica con nuevos ojos, y a descubrir en ella la posibilidad de abrirte a dar y recibir amor.
Cuerpo, mente, respiración y corazón
Para comenzar vamos a incluir un nuevo factor en la ecuación, ya que hasta ahora hemos hablado de la relación entre el cuerpo, la mente y la respiración. Hoy incluimos además el corazón.
Ya sabes que el Yoga mantiene una visión holística del ser humano, en el que todas sus partes están relacionadas, y es el equilibrio global el que nos da el verdadero bienestar y felicidad.
Si queremos hacernos presentes en nuestro corazón y sentir en él la paz y el amor, debemos prestar atención al conjunto de nuestro cuerpo, energía, emociones, etc.
Y para que te sea más sencillo, voy a darte hoy una serie de pasos. Son pautas muy básicas, en realidad tampoco hay nada nuevo, verás que es lo mismo que hacemos en cada clase. La idea es que tengas una idea concreta de por dónde comenzar, y que puedas renovar o aumentar tu intención en lo que ya vienes haciendo.
Vamos a recorrer así todo nuestro sistema energético, atravesando todas las capas que nos separan del corazón, para poder establecernos en él con total presencia, tranquilidad y alegría.
Conciencia corporal
Sea cual sea la práctica que estés realizando (yoga, taichi, meditación,…) debes poner toda tu presencia y atención en ella, de forma que sea una actividad consciente. Esto significa que en lugar de pensar en la lista de la compra, o las tareas pendientes, debes saber qué estás haciendo en todo momento, y no sólo eso, también cómo te hace sentir, o qué cambios o respuestas produce en ti.
Puede parecer básico, pero a mí siempre me ha llamado la atención cómo la gente en las clases no es para nada consciente de lo que está haciendo. Todos podemos despistarnos, o tener un mal día, y no pasa nada. Pero si no puedes responsabilizarte de mover por ejemplo el brazo derecho cuando tienes que hacerlo, ¿cómo vas a tomar conciencia y mucho menos cambiar una reacción del ego o de la mente subconsciente?
Los asanas en realidad buscan esa presencia y conciencia corporal, y por ello siempre se invita a escuchar al cuerpo en ellos, a sentir el flujo de la respiración, a llevar el prana a las zonas de mayor tensión,… Y todo esto es para que puedas habitarte, para introducirte en tu propio cuerpo.
Porque si no somos capaces siquiera de entrar en nuestro corazón, no podemos plantearnos abrirlo y recibir nada en él.
Cuando hay dolor es difícil, a nadie le agrada permanecer ahí en contacto con ello. Pero eso es precisamente para lo que nos prepara el Yoga, para permanecer tranquilos ante la incomodidad, de forma que las tensiones se puedan ir disolviendo.
Así que te animo cada vez que practiques o medites, a tomarte el tiempo de sentir cada centímetro de tu cuerpo en la postura, y a comenzar tu andadura desde Annamaya kosha, la primera de las envolturas del Ser.
Recuerda que hablábamos de todas ellas en el episodio 57, por si quieres revisarlo, ya que hoy vamos a continuar haciendo referencia a ellos en nuestro recorrido.
Conciencia de la respiración
El siguiente paso, como ya hemos dejado caer, es tomar conciencia de la respiración. Con ello podemos mantener la mente enfocada en el presente, y más en concreto en nuestro cuerpo y todas sus sensaciones.
Así logramos ser más conscientes de nuestra energía sutil, y de todos sus movimientos y flujos a través de nosotros.
Esto es algo que no debemos forzar, sino esperar a que suceda. Y la forma de hacerlo es ofrecer nuestra disposición y presencia. Te sorprenderá todo lo que puedes descubrir cuando dejas de buscar y simplemente te permites estar en el momento presente.
Es la forma de acceder a Pranamaya kosha, la segunda de las envolturas, la capa vinculada al Prana, para seguir avanzando hacia nuestro centro del corazón.
Por ello es importante mantener la atención en la respiración, porque es la forma más sencilla de enlazar el cuerpo y la mente, comenzando así a reunir todas tus partes.
Conciencia de uno mismo
El siguiente paso recorre la tercera de las envolturas, Manomaya kosha, vinculada a la mente. En ella es donde reconocemos nuestra individualidad, y una vez que hemos tomado conciencia de nuestro cuerpo y de nuestra respiración, ahora toca ser conscientes de nuestros pensamientos.
El Yoga nos enseña que el sufrimiento humano se debe a la falta de claridad en nuestras percepciones, ya que el ego nos percibe como separados y amenazados. Esto genera miedos, prejuicios, dudas,… que son la base de nuestro malestar.
Conociendo este punto de partida, el Yoga nos ayuda a aclarar nuestra visión y a lograr una percepción más integrada, redescubriendo la belleza de nuestro cuerpo, la energía vital de la respiración y los procesos de la mente.
Al final se trata de un proceso de autoconocimiento, y como tal, requiere tu participación continua. A cambio te ayuda a desarrollar un sentimiento profundo y real de plenitud y salud.
Refinar la personalidad
Pero todavía podemos avanzar un poco más, hacia la cuarta envoltura, Vijnanamaya kosha, todavía relacionada con la mente, y ahora en concreto con su capacidad para juzgar y discernir.
Más allá de los procesos lógicos y analíticos de la capa anterior, ahora entramos en una parte más sutil, y a medida que avanzamos en nuestra práctica y a través de ella en nuestra energía, todo nuestro potencial se hace más evidente.
Ganamos libertad al saber quién somos, sintiendo nuestro cuerpo saludable, habiendo despertado a la fuerza de la respiración y empleando nuestra mente como una herramienta clara y precisa.
Ahora podemos ser nosotros mismos y abrirnos a lo que la vida tenga que ofrecernos, incluido el amor. Podemos habitar nuestro interior sin lucha, juicio o dolor.
Abrirse al amor
Y llegamos por último a la quinta de las envolturas, anandamaya kosha, la capa de la dicha o felicidad. En ella habitan la alegría y el amor, y sobre todo, donde podemos experimentar la dicha en el amor.
Es nuestro centro espiritual, la parte más cercana al Espíritu, la más sutil, pero eso no significa que sea inaccesible. Habrás podido experimentarlo durante tus prácticas o meditaciones, en esos momentos en los que sientes que estás “de viaje”, olvidando por completo quién eres, incluso sintiéndote fuera de tu propio cuerpo. Aunque en realidad es cuando más cerca estás de ti, de tu núcleo y esencia. Y es en ellos donde habita el amor incondicional.
Es un proceso natural que nace de tu intención y presencia en la práctica, no debes buscarlo como un resultado final, ni tratar de hacer trampas para ir más rápido. Vale la pena tomarse el tiempo de acceder poco a poco, de forma consciente, para que todo este proceso que hemos recorrido sea algo real y se incorpore a tu energía y experiencias.
Aunque sí que me gustaría recomendarte ciertas prácticas y detalles que pueden ayudarte a hacerlo más fácil y sobre todo consciente:
- Tomarte tiempo al principio de la práctica para llevar las manos en plegaria sobre el corazón, estableciendo una intención para tu práctica desde el corazón. Esto lo hacemos siempre a la hora de abrir juntos el espacio, pero si alguna vez practicas por tu cuenta mi consejo es que continúes haciéndolo.
- Prestar especial atención al flujo de la respiración en el corazón, hacer siempre respiraciones completas, y sentir cómo se expande la energía en todo el cuerpo, y de manera especial en los brazos, que llevan directamente la energía del corazón a tus manos y a tus acciones.
- Mantén contigo la imagen de alguien que sea un referente para ti, alguien que te inspire, o te conecte.
- Realiza prácticas enfocadas en la apertura del corazón, como posturas de flexión posterior, y meditaciones específicas para el centro del corazón, como la de este episodio.
- Cuida el contacto personal mirando a las personas a los ojos, sé amable y no tengas miedo de compartir tus inquietudes o experiencias, te sorprenderá la cantidad de gente que está pasando por algo similar.
Ten en cuenta que cualquier proceso relacionado con abrirse al amor, despertar o lograr la plenitud, tiene más que ver con recordar, que con conseguir. No hay nada que debas añadir, o que te falte. Todo está bien en ti, y de forma natural mereces ser feliz. Sólo tienes que volver a recordarlo.
Meditación para del centro del corazón

- Para abrir el espacio: siéntate con la espalda recta, coloca las manos en el mudra de plegaria y canta 3 veces Ong Namo Guru Dev Namo.
- Postura: sentado en postura Fácil, Sukhasana, con la espalda recta vas a colocar las manos en el mudra del loto abierto frente al corazón, a unos 10 centímetros de tu cuerpo. Este mudra se realiza juntando las muñecas, todo el borde externo de los dedos pulgares, y la yema de los dedos meñiques. El resto de los dedos se abren y extienden hacia fuera, como una flor de loto con todos sus pétalos.
- Respiración: lenta y completa.
- Ojos: entornados llevando la mirada hacia la yema de los dedos pulgares.
- Tiempo: 11 minutos.
- Para terminar: inhala profundo, sostén el aire dentro durante unos segundos mientras aplicas mulabandha, y después con la exhalación relaja y deshaz el mudra.
- Para cerrar el espacio: recita el Eterno Sol “que el Eterno Sol te ilumine, el amor te rodee y la luz pura interior, guíe tu camino” y canta 3 veces Sat Nam.
