Continuamos hablando de anatomía energética en relación al punto del ombligo, pero en esta ocasión lo hacemos adentrándonos en un concepto nuevo, que es el centro Hara.
Desde las antiguas filosofías orientales hasta las prácticas contemporáneas de bienestar, el Hara ha sido un punto de enfoque esencial para todas aquellas personas que buscan autenticidad, estabilidad y vitalidad.
En este episodio descubrimos la importancia de este epicentro de energía y equilibrio que se encuentra en la región abdominal, y cómo su cuidado y comprensión pueden transformar nuestra vida de manera sorprendente. Y como siempre, al final, compartimos una meditación para cambiar el ego. ¡No te la pierdas!
Contenido
- ¿Qué es el punto Hara? Minuto 8:02
- Funciones:
- Centro de energía
- Equilibrio y armonía
- Enfoque y concentración
- Elementos de la práctica
- Meditación para cambiar el ego. Minuto 19:19
Transcripción
En el episodio anterior hablamos del punto del ombligo, ya que es de vital importancia en la práctica de Yoga y meditación. Aunque sus funciones y beneficios van mucho más allá de la práctica, y es lo que me gustaría que comprendieras hoy al hablar del punto Hara.
En realidad no es que vayamos a hablar de un punto diferente, porque ambos centros, el punto del ombligo y el punto Hara, coinciden en su localización, funciones e importancia. Simplemente quiero darte un nuevo punto de vista para que amplíes tu información, y que veas además que pese a que a veces haya idiomas o lenguajes distintos, los conceptos y la energía son los mismos. Todo está mucho más relacionado de lo que podemos imaginar.
Vamos a descubrir así hoy las peculiaridades de este centro, y cómo nos puede ayudar a comprender mucho mejor la necesidad de cuidarlo y fortalecerlo.
¿Qué es el Hara?
El concepto de «Hara» es fundamental en la filosofía oriental, particularmente en la cultura japonesa. El término «Hara» se refiere al área que se encuentra aproximadamente dos pulgadas debajo del ombligo, en la región abdominal, exactamente igual que el punto del ombligo, tal y como vimos en el episodio anterior.
Pero de nuevo, el impacto de este centro va mucho más allá del cuerpo físico. El centro Hara refleja la profunda conexión que existe entre el cuerpo y la mente dentro de las filosofías orientales y cómo la atención a este centro, y a su energía, puede ser beneficiosa para la salud y el bienestar a todos los niveles.
Y de nuevo también, en él se mezclan la vitalidad y la fuerza física, el equilibrio, la armonía y el control, y el desarrollo espiritual de la conciencia. Aunque vamos a ir viendo cada uno de estos aspectos por separado, ten en cuenta que todos se relacionan y alimentan entre sí, generando el enorme poder de nuestro núcleo.
Pero para comprenderlo debemos abandonar nuestra visión occidental del cuerpo humano como un conjunto de huesos y músculos, para empezar a hablar en términos de energía. Ya que el centro Hara representa la capacidad de una persona de estar en contacto con su Ser, y de desarrollarse plenamente como individuo, entendiendo que forma parte de una realidad mayor.
Hara como centro de energía
Partimos de la idea de que el hombre se sitúa entre el cielo y la tierra, ese es su lugar en el mundo. Y esto se refleja a la vez en el simbolismo del cuerpo, basado en la relación entre el abdomen, el corazón y la cabeza.
Esto es algo común a todas las tradiciones, en Kundalini Yoga hablamos del triángulo inferior de chakras, el corazón, y el triángulo superior. En China se sigue el modelo de los dantians, igualmente compuesto por tres centros ubicados en el abdomen, corazón y cabeza.
Siempre está presente la idea de que la parte inferior del cuerpo está más conectada a la naturaleza y a nuestra energía física, mientras que la parte superior se relaciona con la conciencia. Por último, un centro en el pecho siempre sirve de enlace a ambas, asegurando su equilibrio.
Es muy interesante, porque en Japón asocian estos centros a la conciencia, pre-personal, personal y supra-personal. Es decir, todo lo que forma parte de los instintos e impulsos de los primeros chakras sería impersonal, existe antes que el individuo. Por eso debemos avanzar hacia el corazón, para individualizarnos como humanos.
Aunque avisan de los problemas en este centro, ya que puedes relacionarte contigo mismo de forma egocéntrica, o puedes ser demasiado dependiente o definirte por valores ajenos, en lugar de relacionarte de forma transparente con tu Ser.
Pero lo que nos interesa hoy es comprender la importancia de transitar esas primeras etapas, no sólo como inicio del camino, sino como una base estable para nuestra práctica o desarrollo espiritual.
Porque en Occidente vivimos valorando en exceso la parte mental, lo que nos lleva a situar nuestra atención y energía sólo en la cabeza y en la parte superior del cuerpo. Esto en lo cotidiano se traduce en no cuidar nuestro cuerpo ni nuestras posturas, primando la inteligencia frente a la salud o el equilibrio.
Pero todas las enseñanzas orientales nos muestran que esta visión tan limitada no sólo lleva al malestar y a los problemas físicos, sino además a la inmadurez, creando seres incompletos.
Por eso es tan importante cuidar y fortalecer el abdomen, y llevar nuestro centro de gravedad más abajo en el cuerpo. Esto te permitirá desplegar todo tu potencial, haciendo que la energía fluya sin ninguna restricción.
Recuerda que este centro es la parte vinculada a la naturaleza y a las fuerzas físicas, por lo que puede darte una gran vitalidad. Ya hemos hablado muchas veces de cómo tienes reservas de energía en tu interior, y que simplemente tienes que aprender a conectar con ellas, más que buscar un estimulante externo. Pues una forma es trabajar los abdominales inferiores, y cuidar la salud y la flexibilidad de la pelvis y las piernas.
Así puedes conectar con la fuente, porque de otro modo, si nos posicionamos únicamente en el cerebro, de forma intelectual, negando la parte física, o descuidándola, es como si quisieras que saliera agua del grifo, en relación a la vitalidad, pero sin abrirlo, o sin conectarlo a la tubería general.
El punto Hara es por tanto nuestro centro vital, y en él comienza todo, nuestra salud, nuestra postura y nuestro crecimiento.
Equilibrio y armonía
Mantener el Hara fuerte y en equilibrio es esencial para la salud y el bienestar en la filosofía oriental. Se cree que la energía fluye desde el Hara hacia el resto del cuerpo, y cuando este centro está equilibrado, se promueve la salud física y mental, así como la armonía emocional.
Siempre tenemos ese doble efecto, físicamente en el cuerpo, y sutilmente en nuestras emociones, pensamientos y energías.
El punto Hara coincide de forma exacta con la función de equilibrio y relajación del punto del ombligo. Hablamos de ello en el episodio anterior, por lo que no me quiero repetir aquí, pero sí quiero destacar un aspecto muy interesante del que habla la filosofía japonesa, y que se aplica perfectamente a la práctica de Yoga, pero que seguramente hayas pasado por alto.
Y es que la función de equilibrio del punto Hara ya hemos dicho que se aplica tanto al equilibrio físico de la postura, como centro de gravedad, y al equilibrio de las energías, a nivel mental y emocional.
Pero a la vez, dentro de la postura y de la práctica, tenemos una doble dimensión a la hora de trabajar con el punto Hara, y debemos buscar el equilibrio y la armonía a dos niveles. Ya que este centro nos ayuda a dar una respuesta a las exigencias del mundo cotidiano, pero también a las necesidades de nuestro Ser esencial o Superior.
Por ello debemos buscar la fuerza justa en cada postura o ejercicio, la correcta alineación, y, sobre todo, la intención.
Te pongo un ejemplo muy básico. Yo cuando hago levantamiento de piernas en Kundalini yoga o en el gimnasio, siempre me cruje la cadera derecha. Siempre. En ese momento recuerdo que tengo que vigilar más la postura y aplicar mulabandha, y entonces deja de crujir y el movimiento se realiza de forma suave y silenciosa.
Aparentemente el ejercicio es el mismo, desde fuera nadie puede darse cuenta del cambio, pero a nivel interno no tiene nada que ver mover simplemente las piernas, que buscar la activación, la alineación, y la presencia.
Es lo mismo que sucede en las posturas de equilibrio. Yo insisto mucho en que antes de despegar un pie del suelo tienes que alinear tu eje y activar todo tu cuerpo, especialmente el abdomen. Tienes que recogerte en tu centro.
Desde ahí no importa si quitas un pie del suelo, si te empujan, o si hay cualquier movimiento o distracción, tú permaneces totalmente estable. Y dicha estabilidad nace del punto del ombligo o punto Hara.
Cuando te entrenas en estas posturas y cuando las llenas de intención, y puedes sentir todas las fuerzas que fluyen a través de tu cuerpo en ellas, no sólo equilibras tu cuerpo, sino que te acercas a una actitud mucho más fuerte y estable ante la vida.
Con los equilibrios siempre pongo el mismo ejemplo, tú no puedes mover 5 kilos de patatas llevándolas todas sueltas, primero tienes que meterlas en una bolsa y así ya es súper sencillo gestionarlas.
Pues lo mismo sucede con todas las partes de tu cuerpo, tus pensamientos y emociones, tienes que recogerlos para hacer que trabajen juntos, si no es imposible lidiar con todos los elementos sueltos. Aquí el punto Hara es tu bolsa.
Enfoque y concentración
Es algo que saben muy bien en las artes marciales, como el Aikido, y en actividades tradicionales japonesas, como la ceremonia del té, donde el concepto de Hara se enseña y emplea como un punto de enfoque y concentración. Se cree que el Hara es el asiento de la voluntad y la determinación, y actuar desde este centro puede mejorar la eficacia y la presencia.
También se considera el punto de origen de la fuerza y el movimiento eficiente. Por eso los movimientos y técnicas marciales a menudo se realizan desde este centro y hacia él, para maximizar la fuerza y la estabilidad.
Es punto Hara es el responsable de esa presencia tan fuerte y equilibrada de todas las personas que practican artes marciales. De su potencia y vigor, y de su tranquilidad y concentración.
Es algo que no concebimos de forma natural en Occidente, donde a la mínima nos dejamos caer de cualquier manera en las sillas, sofás o asientos del metro.
Con estas posturas no podemos estar preparados para actuar en ningún caso, nos supondría un gran gasto de energía entrar de nuevo en acción. Mientras que en Japón mantienen una postura mucho más efectiva, en la que la persona permanece totalmente relajada, incluso parece que duerme a veces, pero en realidad está totalmente alerta para pasar a la acción.
Es lo que hablábamos también en relación a la meditación anterior para volverte sátvico. Es exactamente esa cualidad de poder descansar y frenar cuando lo necesitas, pero también disponer de toda tu fuerza y vitalidad para activarte cuando el momento o la situación lo requiere.
Además en la filosofía oriental, vivir desde el Hara se considera vivir auténticamente. Se promueve la idea de que al tomar decisiones y actuar desde este centro de energía, uno puede vivir de acuerdo con los valores y propósitos de su auténtico Ser, en lugar de verse influenciado por emociones y deseos superficiales.
Elementos de la práctica
Espero que con toda esta información te hayan entrado más ganas de practicar. Lo cierto es que hay numerosas técnicas orientales para ello, pero no son el objetivo de este podcast, y además, todo se aplica del mismo modo al Yoga y a la meditación.
Sólo me gustaría destacar la importancia que la filosofía oriental da a tres elementos de la práctica en relación al centro Hara, afirmando que son los tres aspectos que sobrepasan la dualidad cuerpo-alma. Por tanto, enfocándonos en ellos somos capaces de trascender el puro ejercicio físico, y llenar todas nuestras prácticas de energía e intención.
Estos tres aspectos, o funciones, son la respiración, la postura y el equilibrio entre tensión y relajación. Con ellos puedes posicionarte en tu centro, y desplegar a través de él toda tu fuerza, presencia y vitalidad.
Debes vigilar por tanto alinear y ajustar bien la postura, respirar de forma correcta y profunda en ella, y mantener un equilibrio justo entre esfuerzo y relajación. Este último punto es el que te puede resultar más difícil al principio, pero con la práctica cada vez te será más fácil de reconocer y ajustar.
Seguro que si has practicado ya Yoga sabes perfectamente de qué te estoy hablando, de ese momento en el que de repente todo tu cuerpo encaja y la postura parece que se crea y se sostiene sola.
Siempre hay esfuerzo, hay músculos que se contraen, pero siempre también hay relajación, o si no, al menos hay cierta serenidad. Recuerda, sukham sthiram asanam. Es la esencia del Yoga, y es la clave para trabajar desde tu centro.
Sólo desde él puedes avanzar de forma profunda y real hacia tu Ser.
Meditación para cambiar el ego
- Para abrir el espacio: siéntate con la espalda recta, coloca las manos en el mudra de plegaria y canta 3 veces Ong Namo Guru Dev Namo.
- Postura: sentado con la espalda recta en postura Fácil (Sukhasana), vas a traer las manos por delante de tu cuerpo, a la altura del corazón. Cierra ambas manos en puños, sin apretarlos, y deja los pulgares fuera, estirados hacia arriba. Ahora acerca las manos hasta que entre en contacto el segmento superior de los pulgares. El resto queda separado.
- Respiración: profunda, manteniendo el siguiente patrón:
- Inhala a través de la nariz durante 8 segundos.
- Sostén la inhalación (queda con el aire dentro) durante 8 segundos.
- Exhala por la nariz durante 8 segundos.
- Sostén la exhalación (queda con los pulmones vacíos) 8 segundos.
- Ojos: entreabiertos, enfocados en los nudillos de los pulgares.
- Tiempo: 3 minutos.
- Para terminar: inhala profundo, sostén el aire dentro mientras estiras los brazos por encima de la cabeza y abres y cierras los puños varias veces. Exhala y relaja la respiración.
- Para cerrar el espacio: recita el Eterno Sol “que el Eterno Sol te ilumine, el amor te rodee y la luz pura interior, guíe tu camino” y canta 3 veces Sat Nam.