¿Sabías que nuestro cuerpo cuenta con medidas de emergencia para apoyar la respiración? Forman parte de nuestra vida cotidiana, pero a veces en las clases de yoga pueden confundirse con faltas de educación.
Por eso hoy quiero hablarte de todas ellas, para que descubras su existencia e importancia, de cara a mejorar y facilitar tu práctica.
Hablaremos en profundidad de esta peculiaridad de nuestra respiración, y haremos juntos una meditación para liberar los impulsos y pensamientos adictivos. ¡No te la pierdas!
Contenido
- Medidas de emergencia de la respiración. Minuto 13:07
- Bostezar.
- Suspirar.
- Elevar los hombros.
- Estirarse.
- Ensanchar las fosas nasales.
- Meditación para liberar los impulsos y pensamientos adictivos. Minuto 23:39
En el episodio anterior hablamos de observar conscientemente la respiración, y de cómo ésta se mantiene en constante cambio, siendo capaz de autorregularse por sí sola.
Hoy quiero hablarte de algo que tiene que ver con este proceso, y es que para volver a su equilibrio y normalidad, la respiración a veces necesita echar mano de ciertas medidas de emergencia.
Son mecanismos que están perfectamente integrados en el organismo y en nuestra vida cotidiana, de hecho, ya conoces todos ellos. Pero seguramente no los asocies a la función e importancia que tienen.
Por eso quiero que los revisemos juntos en este episodio, para que puedas reconocerlos como parte de tu práctica, y como lo que son, respuestas útiles, involuntarias y temporales.
Medidas de emergencia
No te asustes con su nombre, no es una cuestión de vida o muerte, tan sólo se trata de herramientas que apoyan la respiración. Y son mucho más corrientes y habituales de lo que piensas.
Por ejemplo, todos bostezamos para desperezarnos, o suspiramos antes de iniciar algo importante, como salir a un escenario o empezar una carrera.
¿Pero qué pasa cuando esos bostezos o suspiros se producen durante la clase de meditación, cuando todo el mundo está en silencio? Seguro que te ha pasado, y, lo más normal, es que hayas pedido disculpas. Pero en realidad no has hecho nada malo, ni le has faltado el respeto a nadie.
No es que estés aburrido, o la práctica no te importe, es que tu cuerpo necesita ajustarse, y ese es el modo que tiene de hacerlo.
Parece una idea muy simple, y en realidad lo es, pero es importante que la conozcas, porque si malinterpretamos estas herramientas o respuestas de nuestro cuerpo, corremos el riesgo de entrar en lucha con ellas, dificultando nuestra práctica. Cuanto antes comprendas su función e importancia, antes desaparecerán.
Tampoco debes verlas como un indicador de que estás respirando mal. Es cierto que si no has meditado nunca, o no has trabajado con tu respiración, cuando comiences a hacerlo pasarás más tiempo usando estas medidas que respirando de forma completa y relajada. Es lo normal.
Debemos volver a la idea de que la respiración es algo vivo, es un proceso continuo, por lo que no hay forma de hacerlo bien o mal, sino maneras de regularla y devolverle su equilibrio. Esa es la función de las medidas de emergencia.
Con la práctica, tu cuerpo se acomoda, tus pulmones se flexibilizan y fortalecen, y tu mente se relaja, lo que hace que tu respiración también sea de mayor calidad, y cada vez sean menos necesarias estas medidas.
Pero esto tampoco significa necesariamente que no vuelvan a aparecer. No se trata de alcanzar ningún nivel superior, sólo conocer y aceptar cómo funciona nuestro cuerpo, y, para ello, vamos a descubrir ya cuáles son estas herramientas.
Bostezar
La primera y la más habitual es el bostezo, seguro que te ha pasado al principio o a la mitad de una meditación. Pese a que no tengas sueño ni estés aburrido el bostezo aparece, y, muchas veces, lo hace seguido de uno o varios más.
Es verdad que bostezamos en esas situaciones, cuando estamos cansados para introducir más oxígeno, y cuando estamos aburridos para recuperar la respiración normal de manera segura, ya que en el aburrimiento nuestra respiración es cada vez más superficial, hasta el punto de ponernos en peligro. De ahí la expresión “me muero de aburrimiento”.
Pero ahora los bostezos no responden a ninguna de esas situaciones, si no a la necesidad de equilibrar la cantidad de oxígeno y dióxido de carbono.
El bostezo se produce violentamente desde la contracción del diafragma, lo que produce un intercambio mayor de gases en los pulmones. De este modo tanto la inhalación como la exhalación se potencian, aumentando su capacidad.
Este proceso puede repetirse varias veces hasta lograr el equilibrio necesario. Una vez logrado, los bostezos desaparecen y nosotros podemos volver a respirar de forma relajada.
De hecho, nuestra respiración será más profunda ahora, lo que a su vez, puede despertar nuevas sensaciones o necesidades. Recuerda que es algo vivo y en continuo movimiento.
Normalmente nos enseñan a no bostezar en público, es de mala educación, ¿verdad? Pero en la práctica de pranayama es fundamental que no lo bloquees, y no trates de frenarlo. Permítete bostezar, y observa qué cambios se producen con ello en tu respiración.
No luches contra ello, abre bien la boca, y deja que el bostezo se produzca por sí solo. Tampoco lo fuerces ni lo busques, porque siempre pecamos de pasarnos al extremo contrario. La idea fundamental aquí es que sea algo natural.
No cierres por tanto la boca antes de tiempo, y trata de mantener siempre la integridad de tu postura, con la cabeza recta al frente, no la dejes caer atrás.
Observa cómo te sientes, y ten paciencia a la hora de retomar el pranayama o los asanas después de un bostezo. Date un par de respiraciones profundas para asentar el cambio antes de retomar la práctica.
Suspirar
La siguiente medida, también muy común, son los suspiros. Puede producirse sola, o en combinación con la siguiente, que es elevar los hombros. Consiste en tomar una respiración muy sonora, que se caracteriza por una inhalación muy larga, seguida por una exhalación rápida.
Suele asociarse a la tristeza o el dolor, pero lo cierto es que también se produce cuando la respiración es pobre. De ahí que aparezca en nuestras prácticas si mantenemos durante largos periodos la respiración superficial.
Piensa en cuánta gente a tu alrededor suspira de vez en cuando, en su vida normal. Esto se debe a que su respiración es de tan baja calidad, que para sobrevivir necesitan ese impulso extra para tomar más oxígeno. Aquí sí que es un caso de verdadera necesidad.
Por ello, si te sucede durante la práctica, debes tomarlo como un aviso de que tu respiración está necesitando algo más, para no volver a los mismos malos hábitos o patrones anteriores.
Observa como siempre cómo te hace sentir, toma conciencia de tu propio proceso, y busca una respiración más completa y expansiva.
Elevar los hombros
Como ya te he dicho, la siguiente medida consiste en elevar los hombros, de manera involuntaria, lo que eleva a su vez ligeramente las clavículas, facilitando la inhalación. De hecho, la facilita tanto, que suele producirse junto con el resto de medidas de emergencia.
A partir de ahora te invito a observar si, cuando notes que estás tomando una inhalación realmente profunda, estás al mismo tiempo subiendo los hombros, ya que es más que probable que lo hagas sin darte cuenta.
Es lo malo de esta medida, que no es tan obvia, no la podemos reconocer tan fácilmente como un suspiro o un bostezo. Y pese a que sea una ayuda, debemos vigilar que no se convierta en un hábito inconsciente.
Al elevar los hombros y las clavículas, muchas veces suben también los brazos, y todo esto aligera el peso de la caja torácica, facilitando su expansión a la hora de inhalar. Pero al mismo tiempo pone tensión en los hombros y el cuello, por lo que está bien como medida de urgencia si no podemos respirar, pero no debe ser una constante.
Cuando el cuerpo recupera su tono y flexibilidad no debemos mantener esta ayuda. Verás que con la práctica no es necesaria, y esto sí que es un indicador del avance en la práctica.
Estirarse
Pasamos a la siguiente medida, que consiste en estirarse. Al igual que sucede con los bostezos, sentimos la necesidad de estirarnos nada más levantarnos, y también este gesto nos ayuda a la hora de la respiración.
Si estás practicando con el cuerpo demasiado tenso, o en baja forma, es fácil que sientas la necesidad de moverte. Generalmente nace en el pecho y desde él se extiende a los brazos y las manos.
Si llevas trabajando tiempo trabajando con tu respiración, especialmente si es en una postura diferente a estar sentado con la espalda recta, es importante que acomodes la postura, estirando tu cuerpo.
Pero ojo, esto no es una excusa para perder tu concentración y huir del esfuerzo siempre que quieras. Debe nacer de una necesidad genuina de tu respiración. Y debe ser un estiramiento suave y natural, jamás debes forzarlo. Recuerda ese momento al despertar, en que tu cuerpo se despereza sin que tú tengas que controlar o dirigir cada movimiento. Debes sentirlo siempre bien, como un alivio.
Notarás cómo relajar el cuerpo mejora tu capacidad respiratoria, y, como ésta a la vez, mejora tu cuerpo y tu postura. Cuanto más activos se encuentren tus pulmones, más espacio necesitarás en tu tronco para la respiración, lo que te llevará a estirarte de vez en cuando.
Observa después de hacerlo, cuánto del estiramiento se queda contigo, qué longitud consigues mantener en tu cuerpo. De nuevo, es fundamental que no vuelvas a tu postura anterior, que reconozcas la necesidad de espacio de tu cuerpo, y le ofrezcas una postura de calidad.
Y observa, sobre todo, cómo es tu respiración. Seguro que puedes notarla más amplia, relajada y profunda. Trata de mantenerla así.
Ensanchar las fosas nasales
Por último me gustaría hablar de la opción de ensanchar las fosas nasales, que es algo que mucha gente hace sin darse cuenta cuando quiere forzar una inhalación, ante la sensación de falta de aire, cuando la inhalación es más profunda de lo habitual.
Piensa en una persona que está acostumbrada a utilizar sólo la parte alta de los pulmones, la que menos aire nos permite coger. Si empezamos a trabajar con ella, y le decimos que debe tomar una inhalación profunda, lo más fácil es que en lugar de hacerlo con el diafragma, como es lo correcto, esta persona siga tratando de respirar con la parte alta de los pulmones, con lo que conoce.
Pero no va a lograr hacerlo de este modo, por lo que su cuerpo tratará de ensanchar las fosas nasales para coger más aire, y compensar la falta de espacio en los pulmones.
Pues bien, quiero que sepas que esto no funciona así, y que en realidad esta medida no apoya a la respiración ni tiene ningún efecto en ella.
Así que comprueba si es algo que haces, para evitarlo.
Meditación: pranayama para liberar los impulsos y pensamientos adictivos
- Para abrir el espacio: siéntate con la espalda recta, coloca las manos en el mudra de plegaria y canta 3 veces Ong Namo Guru Dev Namo.
- Postura: sentado en postura Fácil (Sukhasana) con ambas manos en gyan mudra sobre las rodillas.
- Respiración: Inhala profundo. Suspende la respiración todo el tiempo que te sea posible mientras repites mentalmente el mantra Ang Sung Wahe Guru. Exhala completamente.
- Ojos: cerrados y enfocados en el punto del entrecejo.
- Tiempo: repite la secuencia de 7 a 15 veces.
- Para cerrar el espacio: recita el Eterno Sol “que el Eterno Sol te ilumine, el amor te rodee y la luz pura interior, guíe tu camino” y canta 3 veces Sat Nam.