Hoy quiero invitarte a debatir sobre un tema que a mí siempre me ha parecido muy interesante. Se trata de qué es o qué debe ser antes en la práctica de yoga, ¿la respiración o los asanas?
Aunque no lo creas hay diferentes opiniones al respecto, con diferentes argumentos, y todos ellos tienen algo que aportar. Por eso quiero hablarte hoy de ello y que nos adentremos juntos en este tema.
Además realizaremos una meditación al final, iniciación a la intuición ¡no te la pierdas!
Contenido:
- Asana y pranayama en Patanjali.
- B.K.S. Iyengar y la visión tradicional.
- Enfoque moderno.
- Meditación: iniciación a la intuición.

Transcripción
Hoy vamos a tratar un tema que a mí me ha llamado mucho la atención desde el principio. Porque cuando no conocemos algo tendemos siempre a idealizarlo. Pero la realidad suele ser mucho más compleja, y el caso del Yoga creo que es el ejemplo perfecto.
Además me parece muy interesante cómo una misma cosa puede abordarse desde diferentes puntos de vista, y no por eso dejan de ser válidos. Creo que es algo que nos puede, y nos debe aportar más de lo que nos limita.
Porque realmente me duele ver como hay muchas personas en este mundo que por desconocimiento o por ego, se atreven a afirmar que las cosas son de una determinada manera y sólo dan como válida esa visión.
Si yo he aprendido algo en la vida y en el Yoga, es que todo es mucho, pero mucho más complejo de lo que podemos expresar. Además cualquier estilo, práctica o filosofía evoluciona, y esto podemos apreciarlo a lo largo de toda la historia en las diferentes corrientes artísticas.
Y así vamos a adentrarnos hoy en la historia de la relación entre el pranayama y los asanas, con el objetivo de que conozcas las diferentes corrientes de pensamiento, y sobre todo, que puedas abrir tu mente a nuevos enfoques para no hacer afirmaciones categóricas.
Asana y pranayama en Patanjali
Para comenzar en orden, y poder hacerlo desde una base sólida, debemos recordar lo que ya aprendimos en el episodio número 47, en el que definimos la palabra Pranayama, y hablamos de las 8 ramas de Patanjali.
Si lo recuerdas, entre ellas había unos aspectos éticos, después venían los asanas como trabajo físico con las posturas, tras ellas el pranayama como control del Prana, de forma especial a través de la respiración, y a partir de ahí aparecían diferentes estadios de la meditación.
Ya dijimos entonces que pese a que la respiración es la forma principal de trabajar con el pranayama, no es la única, y no debe verse únicamente como ejercicios de respiración, sino buscar el efecto que tienen en nuestra energía, aumentándola, expandiéndola, dirigiéndola, o regulándola.
Este enfoque en el que empleamos la respiración para afectar a la energía vital, y con ella a nuestro estado de conciencia es la base de todo el yoga. Aparece ya en los vedas, con más de 4.000 años de antigüedad. Y está presente en el modelo de Patanjali.
De hecho es a raíz de su definición de asana como sthira sukham asanam, que cobra más importancia. Y es porque se pone de manifiesto la necesidad de trabajar con las posturas desde la estabilidad y la tranquilidad, accediendo así desde ellas a un espacio de conexión más allá del cuerpo y la mente.
Podemos pensar que quien hace posible dicha estabilidad y conexión es la respiración, ¿verdad? Pero lo cierto es que asana aparece antes que pranayama en las 8 ramas, y de alguna forma es condición necesaria para seguir avanzando.
Piensa que al inicio las únicas posturas que se nombraban estaban relacionadas con la meditación, no había una práctica tan extensa ni compleja de posturas, como la hay hoy en día. En realidad, la mayor parte de ellas son una invención moderna.
Originalmente, el trabajo con las posturas buscaba preparar el cuerpo para la meditación, por un lado físicamente, y por otro, mentalmente, ya que a través de ellas nos entrenamos en el esfuerzo y la incomodidad, y podemos enfocar nuestras mentes.
Así que empezamos a esbozar el primero de los enfoques, que partiendo de los Yoga Sutras de Patanjali, afirma que es necesario dominar las posturas, antes de pasar al control de la respiración, ya que éste requiere de una tranquilidad total en el cuerpo y en la mente.
B.K.S. Iyengar y la visión tradicional
Son muchos los profesores que mantienen este enfoque, y entre ellos, el más reconocido es Iyengar, llegando a afirmar que es necesario: “lograr estabilidad y quietud en las asanas antes de introducir técnicas de respiración”.
Y continúa: “Cuando el pranayama y los asanas se hacen juntos, observa que no se altera la postura perfecta. Hasta que las posturas no sean perfeccionadas, no intente hacer pranayama.”
La idea es que se pueda obtener el máximo beneficio del pranayama, y para ello, las posturas se entienden como un entrenamiento necesario para alcanzar la base física y mental que nos permite disfrutar de una experiencia completa y segura de pranayama.
Según los Yoga Sutras de Patanjali, el sufrimiento, la depresión, el cansancio y la respiración irregular, todos ellos afectan al flujo del Prana, por lo que debemos primero erradicarlos del cuerpo y de la mente. Sólo entonces podemos beneficiarnos del pranayama para equilibrar el flujo de energía en nosotros.
Yo te confieso que a mí esta idea me ha chirriado muchísimo desde siempre, pero aún así trato de comprenderla y ponerla en su contexto. Por ello me gustaría hacer algunas apreciaciones.
La primera es que cuando Iyengar habla de pranayama se refiere a algo más que a la respiración consciente y completa que solemos emplear en la práctica. De hecho, en su libro “Luz en el Yoga”, da toda una serie de instrucciones muy precisas.
Por un lado dice que la respiración durante las posturas debe hacerse siempre por la nariz y nunca por la boca, y que jamás la debes contener.
Y por otro lado afirma que el pranayama debe hacerse muy temprano por la mañana, antes que las posturas, o ya por la noche después de ellas.
Por lo que podemos ver que en realidad para él son dos cosas distintas y no deberíamos llevarnos las manos a la cabeza al escuchar su enfoque. Yo sinceramente no lo comparto, pero por aquí veo que tiene algo más de lógica de lo que yo pensaba al inicio.
Iyengar te pide que hagas una respiración fluida y consciente por la nariz en los asanas, pero que esperes a perfeccionar las posturas para hacer ejercicios de pranayama, más específicos y complejos, en ellas.
Además estipula unos horarios muy estrictos, de forma que si lo practicas por la mañana debes hacerlo durante 15-30 minutos, después relajar en Savasana y después dejar transcurrir algún tiempo, en el que puedes hacer tus actividades cotidianas, o practicar posturas.
Por la noche, en cambio, debes realizar primero las posturas y después dejar pasar hora y media para practicar el pranayama.
Como ves está muy medido y es un esquema muy rígido que ha dado pie a un enfoque totalmente distinto.
Enfoque moderno
Muchos otros profesores, entre los que me incluyo, opinan que esto no es necesario, y que cualquier persona, sea cual sea su nivel de experiencia, puede disfrutar del pranayama dentro de los asanas.
Son muchos sus beneficios, porque sabemos que mejora la capacidad pulmonar, la circulación, la digestión, etc. Pero sobre todo nos ayuda a ser más conscientes de nosotros mismos, tanto en el plano físico, como energético.
En el episodio anterior veíamos que gracias a la respiración consciente podemos adentrarnos en la profundidad de nuestro ser y reconocernos como la unión de nuestro cuerpo, mente y espíritu.
También podemos ser más conscientes de las necesidades y límites de nuestro propio cuerpo, por lo que podemos avanzar de forma más segura en la práctica de las posturas. Incluso podemos llegar a relajarnos más en ellas si respiramos de forma positiva y consciente.
Así vamos poco a poco eliminando la tensión innecesaria, lo superfluo, las corazas, los apegos, y nos permitimos simplemente fluir junto con la respiración en cada instante presente.
Con la relajación física y mental llega la claridad, la concentración, la imparcialidad, la conciencia,… De forma que cualquier persona puede adquirir gracias al pranayama todas las herramientas que ayudan a perfeccionar y a profundizar la práctica de los asanas.
Por eso mi pregunta es, ¿qué debe ser antes, los asanas o el pranayama? Y yo creo que la respuesta es los dos a la vez. Porque no hay nada en la vida que funcione realmente por niveles. La práctica del Yoga es un continuo, es un ir y venir, y siempre seguimos aprendiendo y mejorando.
Y para ello la mejor herramienta que tenemos es la intuición, y así le vamos a dedicar la meditación de hoy. Porque muchas veces la información es confusa, incluso contradictoria, y debemos aprender a guiarnos por nuestra propia sabiduría.
Meditación: iniciación a la intuición

- Para abrir el espacio: siéntate con la espalda recta, coloca las manos en el mudra de plegaria y canta 3 veces Ong Namo Guru Dev Namo.
- Ojos: enfocados en la punta de la nariz.
- Postura: sentado en postura Fácil, bloquea el dedo meñique en cada mano con el pulgar, dejando el resto de los dedos juntos y estirados. Apoya el borde externo de cada mano sobre las rodillas, de forma que los dedos apunten hacia delante y ligeramente hacia abajo. Enrolla la lengua hacia dentro y tira de ella lo máximo posible hacia la garganta.
- Respiración: larga yemos llegado al final del episodio de hoy, muchísimas gracias por haber estado al otro
- lad profunda.
- Tiempo: 11 minutos.
- Para terminar: inhala profundo, sostén la respiración de 20 a 25 segundos mientras tiras más aún de la lengua, y tensas a la vez todo el cuerpo. Exhala, repite dos veces más, en la última tensa hasta el punto de hacer temblar todo el cuerpo. Después relaja.
- Para cerrar el espacio: recita el Eterno Sol “que el Eterno Sol te ilumine, el amor te rodee y la luz pura interior, guíe tu camino” y canta 3 veces Sat Nam.
